En el apartado dos del artículo 1 de la Constitución Española dice:
2. La soberanía nacional reside en el pueblo
español, del que emanan los poderes del Estado.
Como hemos comentado en otras ocasiones, esto significa que son los ciudadanos los que tienen el poder del Estado y son a los que hay que asegurar una vida digna y adecuada.
Sin embargo no deja de quedar evidencia cada vez más descarada que no es así. Hay unos poderes fácticos formados por grandes corporaciones que son las que gobiernan y ganan el dinero a manos llenas.
El liberalismo económico tan en boca de los economistas, empresarios y políticos ha llevado a una situación cada vez más insostenible de los pequeños negocios y del trabajo de los ciudadanos. Ahora la guerra ha colmado el vaso y supone unas pérdidas inasumibles para pequeños negocios y para la renta de los trabajadores.
Es evidente que las sanciones que han aprobado la Unión Europea y Estados Unidos han creado una situación excepcional similar a una situación de guerra y hay que intervenir en precios y mercados para evitar su descontrol.
Es evidente también que la camarilla europea no está por la labor. Pasan los días y las semanas y no toman medidas eficaces. Los poderes fácticos están encantados con las subidas de precios y se están haciendo de oro. La camarilla europea está más preocupada que las empresas pierdan la ocasión de ganar más dinero que el que los ciudadanos puedan subsistir. Si además acaban de cargarse los pequeños negocios mejor que mejor pues así son las grandes corporaciones las que acaparan todo el negocio.
Por tanto nos quedamos con un mercado de precios altos de la energía.
Los precios altos de la energía supondrán una escalada de precios del resto de los productos, primero los directamente dependientes de esta y después del resto. ¿A donde llegaremos?
Como hemos comentado esto parece que va a ser la gota que colma el vaso, en general, para todos los pequeños negocios y para muchos trabajadores. La gente debería levantarse y decir “Basta ya” pero está muy adormecida y desunida.
Como ya se ha visto, algunos sectores empiezan a levantarse. Ha empezado el transporte y le siguen la pesca y la agricultura. Para esto el gobierno tiene algunas técnicas que utilizan ya con buena eficacia. Estas técnicas se pueden condensar en: Eludir el núcleo del problema, dividir a los afectados y aprobar medidas inaplicables e inútiles.
Eludir el núcleo del problema. En el problema energético actual significa que evitan hablar de la perversa normativa de ordenación del mercado energético y centrarse en soluciones secundarias como por ejemplo los impuestos sobre la energía, los sistemas de producción de energía, la temperatura a la que podríamos bajar nuestras casas para colaborar en la crisis o lo grandes que tiene los cuernos Putin.
Dividir a los afectados. Esto es evidente. Hablan de dar limosnas a algunos sectores y el resto que se aguanten. Especialmente olvidados los ciudadanos de a pie. Desde el momento que tranquilizan a algunos sectores el conjunto pierde fuerza. Se puede ver que se centrarán en el transporte, la pesca y algo para la agricultura y el resto que se aguante. También darán soluciones bien acordadas para las grandes empresas como por ejemplo la del automóvil. Dentro de cada sector volverán a hacer divisiones. Por ejemplo en el transporte han apartado y criminalizado a los autónomos que son los que se han declarado en huelga y se ponen a negociar con las grandes empresas logísticas.
Por último se establecen medidas que se publican a bombo y platillo en sus términos generales. La letra pequeña que no se publica sin embargo impone unas condiciones inaplicables o inasumibles para una mayoría con lo que los beneficiados reales son pocos.
No sé si estas técnicas perversas van a funcionar en esta situación tan al límite que se está produciendo. De momento está fracasando bastante. En poco tiempo se verá.
Mientras esa oposición liberal que proclamaba el capitalismo salvaje, la disminución de impuestos, la intervención mínima del gobierno y la autorregulación de los mercados, ahora exige la intervención del gobierno y la compensación a los afectados (no sé con qué dinero pues no quieren que haya impuestos).
A mí me gustaría que fueran los gobiernos los que mantuvieran los poderes emanados de la ciudadanía y defendieran a esta. Me gustaría que el mercado de la energía fuera regulado con normas que aseguraran la prestación del servicio a unos precios justos. Me gustaría también que la política internacional fuera ética y no se moviera en un ambiente hostil, avaricioso utilizando los recursos más chuscos,, perversos, malévolos, retorcidos, maliciosos, desalmados, infames, ruines, pérfidos y desleales.
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