Este artículo lo publiqué el 16 de enero del año pasado. Sin embargo dando un repaso al blog me encontré que cuando lo pinchaba aparecía un aviso que estaba con un virus o algo así y alertaba de no entrar. A alguien parece que no le gustó. Lo he tenido que borrar y publicar de nuevo. No lo he querido actualizar pero si mantener pese a quien pese.
Estamos en enero de 2021 y llevamos casi un año con la pandemia (más si contamos cuando apareció en China y no nos contaban apenas nada). Ya se tienen algunas cosas claras y sin embargo seguimos dando bandazos (en mi opinión por los intereses particulares y bastardos de los políticos).
Aunque se desconoce todavía mucho de estos virus ya tenemos bastante información de lo que pasa en la enfermedad según las medidas que se imponen. Además, como cada país ha hecho lo que le ha parecido, tenemos mucha información de resultados según las distintas normas aplicadas.
Se supone que tenemos una administración pública con muchos ministerios, muchos departamentos, muchos funcionarios y muchos técnicos como para poder hacer estudios y numeritos que nos den una política a seguir.
Se trataría de una política única y constante. Parece evidente que ir haciendo escaladas y desescaladas solo produce que una ola detrás de otra. Hay que buscar una política constante y permanente que mantenga la pandemia a unos niveles bajos y asumibles. Esto ha de mantenerse hasta que haya algo que acabe o modifique sustancialmente la enfermedad, por ejemplo las vacunas (pero cuando estas sean algo probado y que constatadamente bajen la enfermedad).
¿Cuáles deberían ser esas normas? Pues eso es lo que tiene que decidir la administración pública a partir de la experiencia de este año, que para eso le pagan.
Se puede, no obstante, establecer una serie de premisas:
+La gente solo cumple a palos. No se puede poner en una norma ruegos o recomendaciones. Eso se puede poner en los folletos de ayuda pero no en una norma. Se han de poner normas de obligado cumplimiento y con un régimen sancionador si no se cumple.
+Las normas han de ser claras y concisas sin ambigüedades ni posibles escapes. No se puede decir: se prohíbe fumar salvo que se mantenga la distancia de seguridad de 2m porque la gente mide muy mal, sobre todo los que no quieren cumplir.
+Se ha de primar la salud de la gente sobre la economía porque la gente es la soberana y no las grandes empresas. Si la gente goza de salud la economía podrá funcionar porque es la gente la que mueve la economía.
+Las normas han de ser congruentes. Por ejemplo: No se puede cerrar la circulación de pueblos o comunidades autónomas cuando no paran de pasar vehículos extranjeros que han atravesado varios países sin ningún control. Esto se puede ver perfectamente en la A-1 por su paso por Alava por ejemplo, donde cientos de coches con matrícula alemana, suiza, francesa, andorrana y de otros países, pasan cargados de portugueses de paso a ese país para pasar las vacaciones.
+Como he comentado la norma debería ser única y constante. ¿Para qué? Pues para que la gente pueda saber a qué atenerse y no perderse en un mar de normas que cambian cada poco. Da vergüenza como las distintas administraciones de España se enfrentan haciendo distintas normas solo por intereses políticos particulares. Y eso hablando de España; pensar que la Comunidad Europea pueda llegar a siquiera un acuerdo es pura imaginación.
Supongo que se podrían establecer algunas premisas más pero creo que cumpliendo estas ya daríamos un gran paso. Mientras tanto seguiremos contando muertos inocentes producto más de enfrentamientos políticos que de una pandemia.
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