sábado, 26 de febrero de 2022

La camarilla europea

 

En Europa existe un pseudogobierno común. Es una camarilla formada por una serie de individuos que se van repartiendo por distintos cargos de la unión y de otras entidades como el Banco Central Europeo o el Fondo Monetario Internacional. No son elegidos democráticamente sino que algún poder en la sombra los propone y la cámara europea hace como que los confirma en una sospechosa unidad entre conservadores y socialistas.

Esta camarilla no gobierna políticamente pues los gobiernos son demasiado chovinistas para ceder el poder político. Tampoco les interesa mucho pues no están para defender valores. Sin embargo sí que gobiernan económicamente creando numerosas directivas de obligado cumplimiento para los países que dirigen la economía hacia sus intereses. Los valores solo los interesan para revestir moralmente sus decisiones pero siempre supeditados a sus intereses.

¿Y cuáles son los intereses? Las distintas constituciones de los países, en sus buenos propósitos, hablan que la soberanía reside en el pueblo. Por tanto los políticos deberían ocuparse de cumplir los deseos y necesidades de sus ciudadanos y procurar una vida agradable e igualitaria para todos.

¿Sin embargo, cuál es la realidad? La realidad es que los políticos se ocupan de solucionar las necesidades del poder económico formados por grandes empresas que tienen más dinero, medios y poder que los propios gobiernos.

Además los políticos se han ocupado de convencer a la ciudadanía que la economía es lo único importante y que el beneficio económico cercano es lo único importante. Cualquier actividad es reducida a un interés económico. Así hoy en día, por ejemplo, no se habla de unas fiestas de una ciudad por su interés cultural, social o de manifestación de la forma de ser de un pueblo sino simplemente por los beneficios económicos que genera en hoteles, restaurantes o empresas implicadas en la fiesta.

Volviendo a la Unión Europea esta se dedica a una constante generación de normas y políticas favorecedoras del poder económico. Y este poder económico no es la pequeña tienda de barrio ni el pequeño agricultor, son las grandes empresas multinacionales permitidas por unas políticas protrust.

Poco a poco estas empresas son más poderosas, ocupan más países y van acaparando todos los sectores de la economía. El gobierno europeo va generando una masiva normativa de exigencias a las empresas con escusas como el medio ambiente o la sanidad. Estas exigencias hacen muy difícil la viabilidad de las pequeñas empresas o simplemente hacen imposible que puedan ser cumplidas. Las grandes empresas no tienen problemas en poner un técnico más mal pagado para hacer todo el papeleo necesario para cumplir estas normas. Normas retorcidas y complejas que no abordan con sencillez los problemas que pretenden solucionar.

Estas grandes empresas no hablan de pérdidas o beneficios, no hablan de obtener unos beneficios justos. Hablan de incrementos de beneficios, de cuantas veces multiplican los beneficios del año anterior. Esto hace a estas empresas unas máquinas devoradoras de mercados; necesitan un crecimiento sin límite y para ello necesitan ir invadiendo nuevos territorios.

Comenzaron a hablar de globalización. Esta globalización la han vendido como algo bueno para la ciudadanía que puede moverse y comunicarse con todo el mundo, que puede vivir y trabajar en cualquier lugar y vender sus productos en todo el mundo. La realidad es que las fábricas se deslocalizan a territorios donde se puede producir barato con medios humanos en situación casi de esclavitud, donde el medio ambiente no es cuidado y las normas legales son laxas bajo gobiernos dictatoriales o dirigidos. Las grandes empresas por otro lado obtienen grandes beneficios produciendo barato en estos lugares y vendiendo caro en los países acomodados. Da igual la calidad, cuando algo se rompe se compra otro lo cual es más barato.

Por otro lado esta globalización permite ocupar nuevos mercados. Permite introducirse en nuevos países donde vender. Las grandes empresas multinacionales vieron la ocasión en los países del Este tras el desmoronamiento de la Unión Soviética. Para ello hicieron que la Unión Europea admitiera países alegremente en su seno. España estuvo muchos años intentando entrar en la Unión y fueron muchas las negociaciones y exigencias. Sin embargo con estos países la entrada fue rápida. Eran países con poca tradición democrática, que salían de la dictadura rusa y en las que no se sabía que valores iban a fomentar. Pero había que meterse allí, había que inundarlos a ayudas que iban a pagar los ciudadanos y estas ayudas se las iban a comer las grandes empresas multinacionales.

Estas dos realidades de la globalización han producido por un lado una Unión Europea de demasiados países, con muchas tendencias, opiniones y unos países que se están revelando contra los fundamentos teóricos de la Unión. Por otro lado hemos ido abandonando la producción y nos hemos ido dedicando a la especulación. Para no decir que no hacemos nada hemos pensado que todos podemos vivir de la investigación y desarrollo y de las nuevas tecnologías. Esto nos ha llevado a la pobreza de muchos productores de materias primas e industrias básicas en nuestros países. También nos ha llevado a depender de terceros países en la producción de elementos básicos terceros países dictatoriales y sin valores éticos como Rusia o China.

Y cuidado que nadie se meta contra la globalización. Cualquiera que se salga del pensamiento admitido es automáticamente machacado y vilipendiado.

Ahora nos encontramos con un capitalismo salvaje a punto de colapsar, con países sin valores éticos que nos chulean como son Rusia o China y sin capacidad de reacción. Tenemos además una camarilla europea solo preocupada de los intereses económicos, que no mira que Rusia está haciendo daño a un país democrático y que detrás podemos ir nosotros, sino en que intereses económicos se les verán afectados. Está claro que en cualquier lucha por unos valores hay unas pérdidas y tienes que perder algo pero aquí eso no vale. Tenemos que quejarnos de Rusia pero mantener los “negocietes” con ellos. Podemos vender a su suerte a un país con tal que los “negocietes” de los grandes no se vean afectados.

Pero a mal tiempo buena cara. Aprovecharán la ocasión para una subida de precios injustificada de los productos generadas por unos mercados especulativos que multiplicarán los beneficios de las multinacionales a costa de la ciudadanía. La camarilla dirá que no se puede intervenir ni regular la economía y como mucho venderán alguna ayuda poco eficaz y cosmética que pagará por supuesto la ciudadanía. ¿Hasta cuando durará esta partida del monopoly?

A mí me gustaría una Unión Europea unida, que defendiera unos valores democráticos y basados en los derechos humanos. Me gustaría un gobierno europeo elegido democráticamente que se ocupara de la comodidad de sus ciudadanos y de la igualdad de oportunidades de todos ellos. Un gobierno que defendiera los valores basados en los derechos humanos y los hiciera valer y promoviera en todo el mundo. Que actuara claramente y sin fisuras contra los países terceros que no actúan bajo estos valores, que se actuara contra ellos independientemente de los intereses económicos que se pueda tener. No se puede dilapidar a países dictatoriales con vehemencia como Cuba o Venezuela y ser benévolos con otros como China o Rusia.

A mí me gustaría que se hablara de sostenibilidad y no de crecimiento sin límites. Me gustaría que se hablara de bienestar de la ciudadanía, de defensa real y efectiva del medio ambiente y de paz mundial. ¿Es tan difícil?  

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