En mi tierra, Valencia, hay miles de pequeños agricultores. Algunos viven de su tierra, otros los tienen como un ingreso secundario, muchas veces herencia de familia. Hace algunas décadas esta tierra producía como digo unos ingresos secundarios que no iban nada mal para la vida familiar. Hoy día, a merced del liberalismo económico se dan con un canto en los dientes si ganan para los gastos y muchos abandonan sus tierras cansados de su inútil esfuerzo.
Pero los mercados exigen más calidad, más eficiencia, más control ambiental, lo que haga falta, no hay problema, el ciudadano lo aguanta todo. Mientras, otros países como contraprestaciones de otros negocios pueden meter toda la fruta y verdura que quieran sin problemas.
Hace años, en plena vorágine fitosanitaria, se vio que se estaban creando grandes problemas ambientales. Se habló de producción ecológica. Se vio que los costes de mano de obra eran muy altos e incluso ciertas plagas y enfermedades eran difícilmente controlables en una agricultura intensiva cada vez más exigente. Se inventó el concepto de Gestión Integrada de Plagas (GIP) y se plantearon una serie de principios. Se intentó ir implementando en el campo con resultados escasos.
Ahora la Comunidad Europea pide más e impone la GIP. Me parece muy bien. El Gobierno Español crea unas mesas de trabajo y llega a unas conclusiones. Exige la implantación de la GIP, impone la obligación de tener un asesoramiento profesional obligatorio, obliga a una gestión documentada de envases, a pasar una ITV obligatoria de equipos para tratamientos fitosanitarios... no hay problema lo que haga falta.
Facilidades, ninguna. Protección de la producción propia. ¡No! iría contra las leyes del mercado y el liberalismo. Exigencias similares medioambientales, laborales, impositivas... ¡No! habría penalizaciones a los negocios de algunas empresas en estos países. Gratuidad en las ITV. ¡No! las empresas concesionarias no tendrían un gran chollo. Protección de una producción propia de calidad y medioambientalmente protectora. ¡No! iría contra el libre mercado.
¿Que sucederá? Las grandes empresas agrícolas no tienen problema. Contratan a un ingeniero agrícola por cuatro chavos y que se lo curre, que lleve los controles y que haga cien cosas más. El pequeño agricultor que mantiene el territorio, que cuida de la tierra porque es suya y es su vida y su pueblo pues un palo más en la rueda. ¡Que se joda!
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